Las reestructuraciones empresariales son realizadas, comunmente, para potenciar los beneficios económicos a través de la optimización de los recursos. Si bien es cierto que podrían ser cuestionadas por las Autoridades Tributarias por la inherente redistribución de los beneficios y por lo tanto de la base imponible, pueden ser una herramienta fundamental en la crisis económica actual para buscar la subsistencia de los grupos empresariales que se han visto afectados.
Desarrollo:
Los efectos económicos de la pandemia generada por el Covid-19 han afectado al sector empresarial provocando en muchos casos el cese provisional o definitivo de operaciones como consecuencia de no generar recursos necesarios para continuar operando. Una de las alternativas para continuar es la optimización de los recursos, humanos o materiales, a través de una reestructuración de empresas con base en precios de transferencia.
Los grupos empresariales (definido para estos fines, como un conjunto de dos o más empresas consideradas partes vinculadas en materia de precios de transferencia) sin importar su tamaño, se enfrentan a la necesidad de rediseñar sus estructuras operativas con el objetivo de reducir costos, seguir manteniendo su cuota de mercado, o en el mejor de los casos, ganar mercado en las industrias que no se han visto tan afectadas por la pandemia.
Muchas de estas reestructuras, son realizadas sin llevar a cabo un análisis técnico para determinar el verdadero beneficio económico que ésta generaría, o incluso, sin los análisis legal y fiscal apropiados llegando a caer en incumplimientos con las Autoridades Tributarias generando mayores costos que beneficios.
Según las Directrices en Materia de Precios de Transferencia emitidas por la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (2017, pág.417) es una “Reorganización transfronteriza de las relaciones comerciales o financieras entre empresas asociadas, incluyendo la finalización o la renegociación sustancial de acuerdos preexistentes. Las relaciones con terceros (por ejemplo, proveedores, subcontratistas, clientes) pueden ser una razón para la reestructuración o quedar afectadas por ella.” En otras palabras, una reestructuración es la reasignación de funciones realizadas, activos utilizados y riesgos asumidos entre las entidades integrantes de un grupo empresarial.
Si bien es cierto que las Directrices se refieren a una reestructuración transfronteriza, las reestructuraciones también se dan entre grupos empresariales locales. De acuerdo con las Directrices, existen 4 principales tipos de reestructuración (2017, pág. 417-418):
Las principales razones para proceder a una reestructuración es aprovechar al máximo las sinergias y las economías de escala, la optimización de las líneas de negocio y la mejora de la eficiencia en la cadena de suministro. Además, pueden ayudar a mantener la rentabilidad o limitar las pérdidas, por ejemplo, en el caso de exceso de capacidad o en periodos de descenso en la actividad económica
Las reestructuraciones deberían considerarse en dos grandes etapas:
Aplicación Práctica:
Durante el proceso de estudio de la reestructuración, será vital y recomendado en el proceso como buena práctica documentar los análisis sobre los beneficios que se espera obtener de las sinergias que se generarán y cuáles son las bases que se consideraron para calcular dichos beneficios.
Como un paso antes de comenzar el proceso de reestructuración, se debe identificar si es necesario realizar alguna indemnización a las empresas involucradas derivado de algún contrato, convenio o acuerdo preexistente. Después de haber realizado los análisis anteriores, será posible determinar la remuneración de las operaciones vinculadas posteriores a la reestructuración, así como la selección del mejor método de precios de transferencia.
Como regla general, el análisis funcional deberá considerar las funciones, los activos y los riesgos de las operaciones posteriores como la verdadera naturaleza de las transacciones (fondo sobre forma) resultantes, por ejemplo, una entidad que fue definida como comisionista o distribuidor de riesgo limitado, puede seguir operando con sus propios activos intangibles locales valiosos y asumir importantes riesgos de mercado, lo que implicaría una mayor retribución, o entidades calificadas como fabricantes por contratos que realizan importantes actividades de desarrollo o poseen activos intangibles únicos.
Así pues, en épocas de bonanza, los grupos empresariales buscan generar beneficios económicos; en épocas de crisis el objetivo principal puede verse modificado buscando únicamente la permanencia en espera de un entorno económico favorable. Una reestructuración puede ser el camino que permita continuar operando a través de la optimización de recursos, si este fuera el caso, se debe seguir una serie de regulaciones en materia de precios de transferencia que permitan identificar los verdaderos beneficios económicos que se generarían derivado de dicha reestrutura.
Referencias Bibliográficas: OECD (2017) - OECD Transfer Pricing Guidelines for Multinational Enterprises and Tax Administrations 2017, OECD publishing, Paris